El Titán es un sueño contagioso que infecta y ensueña cada vez a más soñadores. Un sueño sin despertar, que se vive con los ojos muy abiertos. El Titán es un sueño que crece y se extiende sin límites como la marea, imparable, al que cada año acuden multitud a la llamada.
Una llamada que crece inexorablemente, irremisiblemente, inconteniblemente, porque son cada vez más los miembros de la comunidad triatlética que sienten la necesidad de pertenecer a la Tribu Titán, para poder completar su crecimiento y realización.
Una llamada que se multiplica en el tiempo y en el espacio y permitirá que sean muchos más los aspirantes que acudan a practicar “el Rito”. “El Rito” de renegar, para volver a estar. Renegar de la prueba justo antes de terminar el sacrificio de ser declarado Titán, para apenas transcurrido el tiempo, hacer firme propósito de volver a acudir puntual a la llamada.
En el sueño del Titán, Titanes son los que cruzan el arco de meta bajo la Torre Sagrada de Zahara, pero especialmente, Titanes son los que preparan y decoran el escenario con mimo y esmero para que así sea.
El Titán es un sueño que hermana, que establece puentes mágicos entre Algodonales, Zahara y cada uno de los rincones desde los que acuden los Titanes. El Titán es un sueño generoso, comprometido y solidario con otros Titanes que muy lejos luchan por su supervivencia.